No lo vi chocar el cartel
del ‘1’ al llegar al parque cerrado, tampoco lo vi encumbrarse detrás de sus
lentes oscuros, ni anduvo con gestos adustos. Si lo vi luego en la foto del
equipo tras los festejos (en Mónaco no estaba) y escuche atentamente sus
declaraciones en las que afirmaba que había ganado con cierto margen, pero no
lo escuché darle parte de los créditos a su equipo (cuando Nico Rosberg empezó
a acelerar para meterse en la zona de activación de DRS, llego el temido
mensaje “tienes que reducir tu marcha y cuidar tus frenos”)
Cuanta diferencia de una
carrera a otra cuando se pierde y cuando se gana. No pongo en objeción su
victoria, porque ganó con tanta solvencia que hizo de esta edición un GP de
Canadá muy aburrido. Pero viendo el post carrera le cuestionó, que pena que
siendo gran piloto, se crea el único del universo. El hombre que si pierde
habría que bajar el telón, pero que si gana hay que estar rondándole para
escucharlo que siempre se sobrepone a todas las adversidades (cuando el sólo se
las busca) y que todo está genial para él.
“No he sentido que el coche estuviera muy equilibrado,
he tenido mucho subrivraje, pero he sentido que tenía margen, tenía control. Nunca ha estado fácil, pero ha sido
una carrera genial. No sé qué tal desde el otro lado, pero ha sido genial”, declaraba
Hamilton tras la carrera.
“¿Lo necesitaba? Yo creo que
sí. Gracias a los fans, cada vez que venimos aquí, el apoyo es genial, me quito
el sombrero. Honestamente
me siento genial, el apoyo es increíble, muchas banderas británicas, de
Granada, banderas de Barbados... mi primera victoria fue aquí en 2007 y es
genial volver a tener la victoria”
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