8 de junio de 2015

De los berrinches de Mónaco, al me siento genial de Canadá


No lo vi chocar el cartel del ‘1’ al llegar al parque cerrado, tampoco lo vi encumbrarse detrás de sus lentes oscuros, ni anduvo con gestos adustos. Si lo vi luego en la foto del equipo tras los festejos (en Mónaco no estaba) y escuche atentamente sus declaraciones en las que afirmaba que había ganado con cierto margen, pero no lo escuché darle parte de los créditos a su equipo (cuando Nico Rosberg empezó a acelerar para meterse en la zona de activación de DRS, llego el temido mensaje “tienes que reducir tu marcha y cuidar tus frenos”)

Cuanta diferencia de una carrera a otra cuando se pierde y cuando se gana. No pongo en objeción su victoria, porque ganó con tanta solvencia que hizo de esta edición un GP de Canadá muy aburrido. Pero viendo el post carrera le cuestionó, que pena que siendo gran piloto, se crea el único del universo. El hombre que si pierde habría que bajar el telón, pero que si gana hay que estar rondándole para escucharlo que siempre se sobrepone a todas las adversidades (cuando el sólo se las busca) y que todo está genial para él.

No he sentido que el coche estuviera muy equilibrado, he tenido mucho subrivraje, pero he sentido que tenía margen, tenía control. Nunca ha estado fácil, pero ha sido una carrera genial. No sé qué tal desde el otro lado, pero ha sido genial”, declaraba Hamilton tras la carrera.

“¿Lo necesitaba? Yo creo que sí. Gracias a los fans, cada vez que venimos aquí, el apoyo es genial, me quito el sombrero. Honestamente me siento genial, el apoyo es increíble, muchas banderas británicas, de Granada, banderas de Barbados... mi primera victoria fue aquí en 2007 y es genial volver a tener la victoria

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