4 de febrero de 2008

Repudiable actitud racista en Montmeló –opinión personal-

Lo que se vivió el último fin de semana en el circuito de Barcelona, no debe repetirse más.
En la Fórmula 1 de la nueva era, España se ha vuelto como una especie de capital de este deporte. Y uno como analista y especialista de la materia, no para de recalcar lo bien que le ha venido la madre patria al circo de la máxima categoría. Por tanto, ¿es necesario que 3.500 españoles, desaforados hinchas enérgicos de alonso, arruinen todo lo que su país le ha dado a la F1. ¿Son alonsistas o son Hooligans?
La violencia verbal y el hooliganismo no debería ser huésped de ningún deporte. Pero si ya lo es en el fútbol, entonces que se muera en una cancha y no que se despierte en un circuito.
No existe razón alguna que justifique la descarga de esos gilipollones contra el británico Lewis Hamilton. Los gritos de “puto negro”, “negro de mierda” e “hijo de puta” se escucharon nítidamente. Y cuando se aleja de lo deportivo, cuando se hiere la personalidad y se raya con lo peligroso, entonces deja de ser razonable.
Ya no es ser apasionado por el automovilismo. Y como no lleva la esencia de la Fórmula 1 es necesario identificarlo. La Fórmula 1 comienza a entenderse diferente en España y la pasión está dejando de ser pasión.
No hay que anular a los rivales que Alonso tenga en la pista. Porque son sólo rivales en la pista. Porque se trata de un deporte y porque no es forma de ayudar al asturiano. No es lo que Fernando quiere que lo represente, más bien es algo que lo avergüence. Hamilton fue abucheado de manera casi fanática cada vez que transitó para entrar o salir a una tanda desde el box de McLaren. Los aficionados situados enfrente del cuartel general del equipo británico acompañaban los gritos y aullidos con insultos de tinte racista. Algo que jamás había sucedido en la historia de este deporte. ¿Y ustedes creen que Alonso estará contento?
Si Hamilton estuvo a la altura de un bicampeón del mundo en su primer año de F1, entonces no hay más nada que acotar. Lewis ha llegado a competir, pero con un auto de carrera, no con una bandera o con armas nucleares como las que manejan los occidentales.
Hay que separar las decisiones de equipos con el desenvolvimiento de un piloto. Puede gustar o no. Puede ser rechazable, pero nunca puede generar violencia. Repudiemos a los que hacen daño a la F1 para que no contaminen nuestro mundo. No necesitamos de ellos en la categoría.

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