En una nota emitida a un medio europeo el pasado viernes, el presidente de la FIA, Max Mosley, dejo entrever que la amenaza de realizar un campeonato paralelo, por parte de los equipos, podría continuar vigente.
Pero ayer sábado, la misma FOTA se encargaba de echarle tierra a los temores mostrados por Mosley, asegurando que respetarán el acuerdo firmado recientemente con la FIA, porque lo más importante del conflicto, que preocupaba a los equipos, ya se había solucionado.
"Comprendo que los espectadores están hartos con todas estas polémicas. Necesitábamos estabilidad. Necesitábamos paz," comentaba Di Montezemolo. "Ahora hay que parar todas estas polémicas, porque queremos a la F1. No queremos contribuir a quitarle el encanto y los elementos únicos de la F1," añadía el presidente de la FOTA.
Por su parte, el vicepresidente del organismo de los equipos, John Howett, habló de una "victoria para la Fórmula Uno. Mientras que el jefe de Renault, Flavio Briatore, sostuvo que el acuerdo es "positivo para la FIA y positivo para la F1."
Pero una mejor consideración sobre la amenaza de Mosley tenía el director de Red Bull, Christian Horner. El inglés alababa a Mosley por su "fantástico trabajo en el área de la seguridad en coches y circuitos," pero consideraba que reabrir las heridas que aparentemente se habían curado el miércoles y reavivar una nueva guerra con la FIA sería un "desastre".
"Entrar en mayor confusión y controversia sería un desastre para la Fórmula Uno," comentaba el director del equipo de Milton Keynes
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