Se lo
extraña, se lo extraña mucho. Aunque su equipo no era McLaren ni Williams,
aunque a pesar de su origen siempre estuvo lejos de los motores Ferrari y nunca
logró que sus coches salieran del fondo de la grilla como lo hizo Sauber,
Giancarlo Minardi se ganó un lugar tan grande en el paddock de la F1 como del
que gozan hoy Ron Dennis, Frank Williams o Peter Sauber, o supieron gozar Luca
di Montezemolo y Eddie Jordan.
Giancarlo
Minardi era un patrón, patrón de escasos recursos, pero patrón al fin que
descubrió en las pistas de todo el mundo grandes obreros, que nutrió a la F1 de
importantes apellidos: Giancarlo Fisichella, Jarno Trulli, Fernando Alonso y
Mark Webber, aunque puedo seguir nombrándoles más.
Claro que
todos ellos llegaron aportando dinero, es algo que hay que reconocer, dinero
que Minardi necesitaba para subsistir en el fondo de la parrilla porque
lamentablemente formó parte de una Fórmula 1 muy austera en reparto de puntos,
cuando por entonces sumaban unidades los primeros seis coches que llegaban a la
meta, y no diez como sucede ahora. Hoy Marussia pelea por estar en la parrilla
porque tiene a cuenta cuarenta millones de euros que se ganó la temporada
pasada por haber sumado un octavo puesto. Fíjense que distinta hubiera sido la
vida de Minardi con el reparto de puntaje actual.
La
cuestión que a este punto quería llegar, nadie más autorizado que Giancarlo
Minardi para hablar sobre el tema de Marussia, o Manor GP, como se llamen, si
se merecen estar en la grilla o no y ¿quieren saber qué es lo que opina el
legendario patrón?
“La
decisión fue absurda y el comportamiento fue antideportivo. Al oponerse, los
otros equipos pequeños esperan dividirse el dinero de Marussia pero, quizás, no
contaron hasta diez. Deshacerse
de las dos cenicientas, Marussia y Caterham, significa reducir la parrilla.
Como consecuencia, la última fila la ocuparán equipos con ambiciones y
presupuestos más grandes, y tendrán consecuencias comerciales y de
imagen", escribió el italiano en
su web oficial.
“Esta
situación me recuerda a las temporadas de 1996 y 1997, cuando defendí profundamente la
importancia de los equipos pequeños. Defendí que sin equipos que participen
con gran pasión pero con medios limitados, que quizás esperen tener los fondos
adecuados en el futuro, en la última fila de la parrilla habría,
inevitablemente, equipos grandes. Eso mismo se repitió en los años 2000. Los fabricantes no esperan años
para crecer y conseguir resultados positivos; tienen objetivos comerciales y de
imagen a corto plazo. Como consecuencia de las decisiones de aquellos años
hemos perdido a casi todos ellos. Espero que esta decisión no sea definitiva y
que se pueda razonar. Ahora, como entonces, el deporte necesita a todos los que
puedan participar y encontrar los medios para un futuro más glorioso", añadió.
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