Escuchaba
atentamente en el último podcast de F1LAT las observaciones de Enrique
Scalabroni en relación al último GP de
Japón y cuando llego el momento de analizar la largada y las dos primeras
curvas entre Hamilton y Rosberg fue contundente: si era Keke, el que se iba
afuera era Lewis.
Dos
problemas tiene Nico esta temporada. La fiabilidad (los pocos fallos que está
mostrando Mercedes, a excepción de Hamilton en Singapur, aparecen en el auto
del germano) y su obediencia.
“En
Mercedes tenemos unas reglas y yo me comporté. Tenemos unas reglas preestablecidas por el equipo sobre
cómo tenemos que comportarnos en los duelos entre nosotros. Yo me comporté
conforme a eso”, escribió en su columna para el diario 'Bild'.
Pero hay que avisarle a
Rosberg que el título de campeón del Fair Play con su compañero no paga como el
título de campeón del mundo. Y que no sólo está dejando pasar la oportunidad de
su vida sino que está rifando su futuro. Ya que difícilmente vuelva a tener
entre sus manos un coche tan dominador y superior al de sus rivales. Y sobre
todas las cosas, difícilmente vuelva a ser valorado por otra escudería que
quiera pelear por el título.
A Nico no sólo se le
escapa la tortuga en la largada, también se le está yendo el tiempo, ya no es
una joven promesa, ya no es el Nico de Williams que pintaba para ser campeón
del mundo, es el presente y en este presente nos está demostrando que está
siendo cacheteado una y otra vez por su compañero. Y que está más para ser el
futuro Felipe que hoy vemos en Williams. Rápido, sí, pero incapaz de llevar un
equipo a lo más alto del podio sino se le da todo a favor.
La velocidad está ahí, la
hace valer, porque Hamilton no la tiene fácil, no es que haya logrado todo lo
que logró sin despeinarse. A lo tremendo velocista que es el negro ha tenido
que sacar unas décimas más para dejar a raya a su compañero. Pero su carácter
le simplifica las cosas luego en carrera. Porque si no larga adelante, sabe que
lo supera con la moral.
Como pasó en Japón. Donde
le ganó por picante, consciente de que su compañero es correctamente político,
de manual. Le puso el auto por dentro, lo dejo sin espacio y le tiro la
decisión de tener que definir en una milésima si se iban los dos afuera, o
seguía las instrucciones de su equipo. A fin de cuentas, los dos afuera, con
una carrera menos y los ojos en el alemán, el que salía ganando era el
británico. Lewis no pensó, actuó, lo ejecutó y ahí está la principal diferencia
más que en la velocidad.
“Salí bien pero justo
antes de la primera curva Lewis estaba de repente a mi lado. Mis ingenieros me
contaron después que, comparado con Lewis, mi motor tuvo menos potencia por
sobrecalentamiento. Sé lo que la gente está diciendo, cosas
como que soy demasiado blando. Pero tenemos esas normas en el equipo que
tenemos que obedecer cuando estamos luchando. Así que me
comporté como debía, ya que una colisión hubiera significado cero puntos para
el equipo”, escribió Rosberg en su última columna para el
diario Bild.
Al respecto, una
observación que ha realizado Alain Prost creo que da justo en la tecla “Para
mí, hay un Rosberg antes de Spa y otro después. Nunca se recuperó de eso,
prácticamente se convirtió en el piloto número 2”, dijo para la cadena francesa
Canal Plus.
Y si, Nico piensa mucho en
los pasos que va a dar cuando tiene que batir a su compañero. Con los demás no
tiene reparos, pero llega a la cola del moreno y su moral se pone en modo de
pitlane… no se si me explicó… Nico no entiende que ser agresivo no es ser
desleal y la lealtad viene con Nico desde su enseñanza. Así será recordado como
una gran persona, pero no como un gran piloto.
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