El hombre demostró una vez
más porque a los 84 años sigue manejando la F1. Consciente de que su circo no
llena, no convence, y desilusiona, Bernie Ecclestone reunió a los cuatro
motoristas y al presidente de la FIA Jean Todt en Ginebra con una orden clara y
precisa: “no se va ninguno de acá, hasta que no me solucionen esto”.
Palabras más, palabras
menos, me imagino a Bernie poniendo cordura entre todos, recordándoles que sin
carreras competitivas no hay audiencia y sin audiencia no hay recaudación y sin
plata no hay premios.
¿Cómo terminó la historia?
Horas después anunciaban que de forma unánime acordaban levantar la restricción
de motores para la próxima temporada, ampliando la cantidad de tokens y
liberando partes del motor en las que hasta este año no se podía trabajar. De esta
forma Bernie no mata dos pájaros de un solo tiro, sino que baja una bandada
entera.
Porque no sólo soluciona
algo que se le venía atragantando, sino que termina con muchos problemas que venían
empobreciendo a la categoría. Honda se
va a poder acomodar más rápido, Fernando Alonso va a estar más feliz (aunque
eso significa que va a vender menos teamradios), Ferrari le va a poder plantar
lucha a Mercedes y tal vez para él lo más importante en este momento, que va
terminar convenciendo a Renault para que terminen por comprar Lotus y Red Bull siga
siendo su cliente.
Después de la reunión y
conocida ya la decisión de los motoristas, un periodista de 'Autosport' le
preguntó al magnate de la F1 si pensaba que Red Bull se retiraría, a lo que
Ecclestone contestó: “Creo que ahora, con lo que ha pasado, no. Pero antes
pensé que sí. Las cosas están en orden”.
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