“Puedo decir que estoy más enamorado de la Fórmula 1 que nunca”, aseguraba en su página web.
El campeón saliente de esta temporada 2009, que lo vio arrancando con mal paso allá por la primera carrera de Melbourne, mintiendo a los comisarios de la carrera australiana para ganar un puesto que había perdido con el Toyota de Jarno Trulli, considera que ha aprendido de esta temporada, más que en ninguna otra.
Para el británico de McLaren Mercedes, 2009 ha sido el año de su evolución como piloto y de maduración como persona. Y aunque la primera mitad lo vio pelear en la última parte o en el medio del pelotón, no hubo nada más ideal que le permitiera reencontrarse con su vieja esencia que le enseño a superar la peores partes del automovilismo.
“He crecido como hombre y como piloto. He aprendido mucho sobre el esfuerzo y la dedicación: las cosas se dan por sentado cuando uno es líder, pero significan mucho más cuando se lucha en el fondo del pelotón”.
Después de todo, para Lewis encontrarse en la parte trasera de la grilla no fue una total decepción, dado que algo ya presentía durante la pretemporada. “La primera dificultad que afrontamos fue en los entrenamientos: sabíamos que el coche no era el más rápido. En Barcelona se vio claramente que estábamos sufriendo y simplemente no teníamos el ritmo de los líderes”, recordaba.
Lo que sí no esperaba es la situación que vivieron en Melbourne y que lo avergonzaría posteriormente por su resultado. “Fue un momento difícil para mí, personalmente. Pero creo firmemente que usé esa experiencia para crecer como persona y hacerme más fuerte. Cada experiencia que se tiene, incluso las malas, ayudan a definir el carácter. No se puede cambiar el pasado, pero sí aprender de él”.
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