Si hay algún piloto que está conforme con la calidad que está ofreciendo Bridgestone en su año de despedida, ese debe ser sólo Lewis Hamilton. Es que por su estilo agresivo de conducción, el moreno es el único que consigue poner en temperatura sus neumáticos antes que cualquier otro. El resto, tiene problemas.
No es casualidad que se escuchen quejas y lamentos en todos los rincones del paddock. Bridgestone está construyendo en su retirada de la F1 una atmosfera de extrañeza con los problemas que están teniendo los pilotos y las escuderías. Felipe Massa es uno de los tantos ejemplos, y a su vez más frustrado y crítico en su concepto. "Tiene poco que ver con la carrera que hagas si todo depende de los neumáticos", comentaba el brasileño.
Michael Schumacher, en su regreso a la máxima, también se ve complicado, restringido en este aspecto. "Esos neumáticos eran un puzzle difícil de montar. A veces cambian de un día para otro, pero no de una vuelta a otra", afirmaba el heptacampeón.
Se cree que el problema radica en el diseño de la carcasa del neumático, mucho más rígida para evitar problemas como el que tuvo Michelin en Indianápolis en 2005. Pero si no lo tuvieron el año pasado, en el que regresaron las slicks, porque habría de pasar ahora, decisión por tanto que no se llega a comprender.
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