El piloto alemán se quedó con un triunfo muy valioso en el GP de Gran Bretaña, luego de haber sobrevivido a una carrera dramática marcada por la cantidad de fallos que han ofrecido los neumáticos Pirelli. Desde el GP de Estados Unidos de 2005 cuando Michelin no supo ofrecer seguridad en sus compuestos, que no se vivía una situación similar.
Si Rosberg llegó primero a la meta es por su rendimiento, pero principalmente gracias a la inseguridad de los Pirelli. Digo esto porque en un principio la carrera la ganaba Lewis Hamilton quien dominaba claramente desde la pole, demostrando que Mercedes había mejorado, hasta que sufrió la rotura de su neumático trasero izquierdo cuando iban ocho vueltas. Porque Felipe Massa, que había largado fenomenalmente desde el undécimo puesto, para llegar quinto a la primera curva, en la vuelta 11, en momentos que atacaba a Sutil por el cuarto puesto también sufrió la rotura del mismo neumático. Digo esto porque luego en la vuelta 15 Jean Eric Vergne también pasó por lo mismo cuando marchaba quinto, defendiéndose de los Lotus, lo que provocó que saliera el safety car y que con ello se acercara a Sebastian Vettel, en la segunda posición.
Es cierto, Mercedes demostró haber solucionado sus problemas de rápida degradación. Es verdad que Mercedes se ha convertido en un serio rival, pero es cierto que sin todos estos incidentes, el ganador hubiera sido otro. No había transcurrido un cuarto de la carrera y a tres coches ya se le había reventado el neumático, siempre el mismo, el trasero izquierdo, que es el que más apoya en este circuito. Con Hamilton y Massa se podía preveer que era el compuesto más blando el problema. Pero Vergne calzaba el duro, lo que terminó de preocupar a todo el parque. Muchas vueltas transcurrieron con el safety car hasta que la pista quedó limpia de caucho, durante ese transcurso la sosobra era muy grande. Ante este panorama, hasta se llego a valorar la posibilidad de detener la carrera, de terminarla.
Entonces aparecieron las voces detrás del muro, la voz guía que cada piloto tiene del otro lado y en todas las radios la sugerencia y el mensaje de advertencia era el mismo: “no apoyarse en ningún pianitos, ser más lentos pero no coger ningún pianito”. Y así los pilotos subsistieron.
Entonces el dramatismo pareció desaparecer, se hizo una carrera entretenida, con pelea en todos los frentes, con Felipe Massa y Lewis Hamilton tratando de recuperar lo que la inseguridad de Pirelli le había robado. Luego sucedió lo que nadie esperaba, el quedo de Sebastian Vettel en plena recta principal y el camino abierto a la segunda victoria de la temporada para Nico Rosberg, cuyo triunfo anterior había sido nada menos que en Mónaco.
Casi se lo arrebata Mark Webber, quien venía como una tromba, a contrareloj, corriendo como Fangio con la Maserati en Nurburgring del 57. una vuelta más y de seguro la victoria hubiera sido del australiano. Fernando Alonso completó el podio, inesperadamente en contra de sus aspiraciones. Estaba tan rendido el español que antes de la carrera, a lo sumo atinaba a un sexto puesto. Pero vuelvo a repetir, Pirelli ha condicionado la carrera y el podio hoy si que es una causalidad, más que una casualidad. Porque de lo contrario habríamos tenido tres protagonistas bien distintos.
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