Debo confesar que durante la carrera o una vez terminada la misma nunca me puse a pensar qué hizo que el motor del Red Bull se recuperara rápido y de la nada.
Y ahora que repaso los antecedentes, no es común que luego de un alarmante mensaje de un piloto a su equipo donde se escucha: “el coche motor está perdiendo presión”, el motor se recupere de la nada y termine la carrera como la terminó.
Pues bien esto paso este fin de semana con Sebastian Vettel. Con Lewis Hamilton ya fuera de carrera y Mark Webber inmediatamente detrás del germano, la sensación que me ha despertado la visión de Eddie Jordan es que efectivamente ha habido juego de equipo.
En plena carrera, se oyó un alarmante mensaje por radio de Vettel a su equipo: “el motor está fallando el motor está fallando”, el live timing nos indica que Sebas va girando dos segundos más lento, y en consecuencia unas vueltas más tarde es superado por su compañero de equipo, quien gracias a ese avance se aseguraba nuevamente el liderazgo de la clasificación del Mundial.
Pero lejos de seguir perdiendo velocidad, el motor se recupera y vuelve a su ritmo normal. Hasta el punto que en una increíble estrategia, Vettel recién hizo su cambio de neumáticos en la última vuelta, para salir cuarto sin perder la posición que había heredado tras un larguísimo stint de carrera.
Oficialmente, Christian Horner informó que el problema fue originario de los frenos. "Al principio pensamos que una parte de su visera podría haberse desprendido, pero ahora parece como si los frenos momentáneamente fallaron, probablemente como resultado de golpear un bordillo", declaraba Horner.
Pero muy conocedor de las secretos que se tejen en un pitwall, el ex dueño de su homónima escudería Jordan lo ponía en duda rápidamente en la BBC y la verdad que yo lo creo.
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