Cuando Jenson se proclamó campeón en la temporada 2009 y a posterior decidió dejar el equipo con el que había conseguido todo el éxito para emprender un nuevo desafío en McLaren, se lo tildó de loco, de una tentativa de suicidio.
Es que dejaba la gloria toda, conseguida con un equipo que se hacía de las cenizas de Honda, para ser compañero de Lewis Hamilton, el niño mimado de Woking que había sido educado de pequeño por Ron Dennis, que había sido campeón el año anterior, tan británico como Button, y que se había dado el gusto de desplazar del equipo a Fernando Alonso antes de proclamarse.
Sin embargo, fue Jenson quien terminó demoliendo a Lewis. El mayor de los británicos, yendo más despacio que el moreno, pero más preciso, más efectivo, más prolijo, terminó cargándose la personalidad del moreno.
“Cuando vine aquí quise enfrentarme a este reto. Quería saber cómo soy en comparación con Lewis”, declaraba recientemente Jenson, quien prefirió guardarse la respuesta.
Y al ser consultado sobre que sensación le quedaría de ser subcampeón, tras haber sido campeón en 2009, explicó: “Acabar segundo sería un poco especial. Solamente Vettel, que tiene un coche mejor, me habría podido superar”.
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