Cuando McLaren
largó su comunicado de prensa informando que Fernando Alonso finalmente no iba
a estar presente en el GP de Australia, muchas cosas se me vinieron a la
cabeza. Pensé en el hashtag #MakeHistory en todo el esfuerzo que hicieron
publicitariamente para rememorar aquella época gloriosa y darle un recibimiento
a Honda para que se sintiera nuevamente integrados con la F1 y con el equipo de
Woking.
Y la verdad
que a estas alturas de marzo ya no me importa si el McLaren va a continuar
pintado de gris, naranja o blanco y rojo. Ya perdió la gracia, se perdió para
mi el encanto. Su mala pretemporada, sus contratiempos, sus fallos, todo quedó
en segundo plano. Como todos, lo único que me interesa saber, lo único que
espero de McLaren (y con esto me conformo para todo el año) es una respuesta
sincera de lo que paso con Fernando Alonso. Y que sea en lo posible antes de
que se inicie la actividad en Australia, porque hasta los equipos quieren saber
que paso y están dispuestos a no salir a pista hasta que no tengan una idea clara
de lo que sucedió. Y mi adicción no me permite seguir viviendo más allá del
trece de marzo sin Gran Premio de F1, la abstinencia ya me mata.
Cada vez
toma más fuerza la versión de una descarga eléctrica. Hablan incluso de que
habría recibido 600 voltios. Sinceramente me cuesta creerlo y me duele
asumirlo, porque entonces McLaren-Honda y su hashtag de hacer historia,
finalmente si estarían haciendo historia, la triste historia de haber acabado
con la confianza y la seguridad en la F1.
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