Camino a la
segunda carrera de la temporada, Renault vomitó su verdad y la verdad muchas
veces duele. Hasta entonces el rombo había recogido el guante, había agachado
la cabeza, y venía trabajado a conciencia con el equipo Red Bull.
Pero todo
tiene un límite y Renault no está dispuesto a pagar un alto precio cuando entienden
que la culpa tendría que ser compartida. Porque no pensar que Red Bull también
hizo un mal coche. Después de todo… sabíamos de antemano que Adrian Newey no
iba a estar tan involucrado en el desarrollo de este chasis. No es casualidad
que al nuevo Toro Rosso la nueva unidad de potencia de Renault le caiga mejor.
“No vamos a tener este año un motor
ganador,
esto lo sabemos. Pero ganar carreras no depende sólo del motor, sino también
del coche y los pilotos. Es complicado
tener un socio que miente. Adrian es un
hombre encantador y un ingeniero sin igual, pero ha pasado su vida criticando a
los motoristas. Es demasiado viejo para cambiar sus costumbres”.
“Nuestras cifras han mostrado que el déficit del
tiempo por vuelta entre Red Bull y Mercedes en Melbourne se dividió de igual
manera entre los problemas de
manejabilidad, el rendimiento del motor y el rendimiento del chasis. Por
tanto, es el paquete en general el que necesita ayuda, y hemos de trabajar
juntos para comprender los problemas, tanto los del motor como los del chasis”.
Y esto hay que reconocérselo a Renault, porque es
cierto, nunca han escondido la realidad, siempre la han aceptado, han agachado
la cabeza y se han puesto a trabajar. Han buscado asesoría en Mario Illien, han
repatriado a Bob Bell tras su paso por Mercedes, en fin se ve una intención
manifiesta en tratar de solucionar este déficit.
Pero… ¿y Red Bull? ¿Qué está haciendo al respecto
la escudería de Milton Keynes, más que lavarse la mano y expropiar culpas?
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