La sentencia final del Consejo Mundial no ha caído para nada bien en la prensa internacional. Tampoco los máximos referentes del automovilismo deportivo lo han tomado con buen ánimo. Es que para el mundo automovilístico en general, el equipo Renault y Nelsinho Piquet se merecían tanta pena como la que recibió justamente Flavio Briatore.
Leía por ahí de un reconocido periodista argentino que escribe para el diario La Nación, Roberto Berazategui se llama él, que esto se parecía más a un ajuste de cuentas de Max Mosley, quien nunca se llevo bien con Flavio, que una sanción propia de un organismo como se debe a su imagen la FIA.
Y es cierto, absolutamente cierto. Pero también es cierto que la gente de Renault, los cientos y cientos de empleados no tenían porque pagar la inmoralidad de tres criminales del juego limpio, como de cierto es que es injusto que sólo haya cargado con la culpa uno de ellos solo.
El prestigioso diario británico The Times utilizó la ironía al recordar que "la factura de la investigación asciende a 1.6 millones, hace que la sanción a Renault le haya salido 98.4 millones más barata".
A lo que el Daily Mail severamente agrega que Renault no sólo tenía que haber recibido una dura sanción económica sino penal, argumentando que "no sólo debería haber sido expulsado sino que se debería haber enfrentado a serios cargos criminales".
Y aunque el New York Times está de acuerdo en que la FIA "haya salvaguardado la participación de uno de los patrocinadores más ricos y poderosos", el Daily Telegraph informa de que "nadie podría prever que el castigo iba a ser tan leve".
Pero más allá de cómo lo vean las imprentas importantes, es un realidad que personajes que conocen el mundillo bien de adentro ha sido más exactos y diplomáticos. Tanto para Ari Vatanen, candidato independiente a suceder a Mosley en las elecciones de octubre, como para Damon Hill, ex campeón de la máxima categoría, "sabiendo lo que sabemos, no podemos desvincular esto del poder que hay detrás de la F1 por controlar todo el deporte".
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